Treinta y pico

Quizá el año que viene pueda captar las Perséidas con mi cámara, de momento éste es el recuerdo de un bonito momento.

Hace poco estuve en la sierra, en el Valle de Lozoya, allí hay un mirador que conozco bien. Era la lluvia de estrellas y fui a verlas, Sábado noche, unas semanas antes fue el eclipse de luna, también lo ví desde la sierra, subí hasta el Peñalara, estaba lleno de gente, ambientazo.. Ésta vez había escogido el mirador del Robledal junto a Rascafría, lleno igualmente.

El caso es que estuve viendo las estrellas un buen rato, vi algunas estrellas fugaces pasar, resulta que justo antes de irme, cuando ya me montaba en el coche vi pasar una estrella enorme, exageradamente grande y luminosa, se incendió el cielo, pasó muy cerca, grité emocionado. Si el cielo fuera la esfera de un reloj cubrió una hora entera como el espacio que la aguja marcaría entre las diez y las once.

La velocidad a la que pasó era algo asombroso, solo en el universo puede haber algo tan rápido y con tanta energía... literalmente la atmósfera se increndió a su paso.

 

flipé

20:37

 

  • “Wow! Me hubiese encantado estar ahi”

 

El caso, es que últimamente en mi vida pasan muchas cosas, muchos cambios que yo no deseaba, y a veces pienso en lo que tú piensas. Ver las estrellas me hizo reflexionar, y trato de ver mi relación con todo lo que me rodea desde la perspectiva que tuve esa noche, cuando observé algo tan increíble. Un número no puede significar nada, nuestra experiencia se mide por la calidad de los momentos que vivimos.

Era verano, se podía estar tumbado sobre una manta en medio del bosque de forma que al mirar hacia arriba solo vieras las copas de los pinos y el cielo, no había viento y el cava era para dos, era una perfecta noche de verano.

P.

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