Cala Bassa

Sabinas en Cala Bassa, Ibiza 2018.

Volví a Ibiza con varios propósitos, volver a viajar en solitario enfrentando así esta nueva etapa, comenzar un portfolio de books en localización marina, visitar amigos y nadar 1km en el mar cada mañana. Para ello lo primero fue localizar una playa: Cala Bassa, perfecta para nadar, Bassa significa “balsa”, tenía una anchura de 150 metros y un fondo turquesa libre de posidonias. Primero corría por los pinares y acantilados aledaños, saltaba de roca en roca a un par de metros del borde del acantilado y la sensación era una mezcla entre vertigo y libertad, la caída era de unos 30 metros y el color del mar era de un azul intenso. Nadar en Cala Bassa fue una gran experiencia, no solo por las sensaciones en el agua y nadar viendo un fondo de arena blanca lleno de peces y vida, si no poder mirar el cielo nadando a espalda, qué sensación, y ver distorsionado el Sol y las nubes por las gotas de agua que difractan la luz sobre el cristal de tus gafas, qué experiencia fue todo, tanto para la vista como para la mente y el cuerpo. Observé en los bordes de la playa un tipo de pino muy característico, lo vi también en un par de libros y un póster viejo de la época hippie, en el que aparecía una chica posando tumbada en el tronco de una de estas sabinas, vestida de blanco, sobre un acantilado y en contra luz, y del que aún es un misterio el lugar donde pudo haber tomado esa imagen el fotógrafo. 

Fue el día anterior a la sesión cuando aún no tenía una buena localización, que me di cuenta. El lugar que visitaba cada mañana era en realidad la localización que había estado buscando inconscientemente y sin éxito durante toda una semana, posiblemente el grupo de sabinas a nivel del mar más grande de la isla era precisamente el lugar que visitaba cada día. Pedí permiso en el club y me dejaron hacer la sesión entre las mesas del restaurante y de masaje, incluso me hice amigo del vigilante y me dejaron aparcar gratis. Amenazaba tormenta pero el clima fue permisivo y no llovió hasta que no terminamos la sesión. De hecho, según terminamos, comenzó una tormenta que duró tres días, pero pude hacer las fotos sin agua y ver la tormenta desde la ventana de mi camarote ya en el ferry. Fue un pequeño gran éxito, el mismo viaje fue la inspiración para las fotos: dejarte llevar por tu instinto, dirigirte al lugar donde quieres que suceda algo, y dejar que el azar juegue su mano, leer las señales, confiar en tí mismo, y hacer que suceda. Una vez más, el deporte se impone en mi vida como un espacio para la reflexión y la motivación.

Qué cosas tiene el paraíso.

P.

"En un derroche de vida y encanto,
una flor se abre en este mi bosque exhausto."

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