Salvaje

Argelia desde Marruecos. Sahara, 2014

Mi lado salvaje es un estado de la mente más que un comportamiento o una actitud. Todo lo demás llega solo.

Es un estado de la mente al que se llega escogiendo carreteras inciertas, sin preguntarse mucho donde acaban. Bajando la ventanilla y soltándote el pelo mientras la música suena fuerte, y las piedras chocan contra los bajos de tu coche. Deseando ver qué habrá al final del camino, y cómo de altos serán allí los acantilados, o si habrá un buen lugar donde plantar la tienda y amar un cuerpo bonito, sintiendo cómo el día de termina y abrazando la noche con fuerza, sabiendo que no volverás a ese momento nunca más. 

Se llega también cambiando de idioma, de ropa, de religión. Se llega siendo valiente o un poco insensato, se llega por instinto, se llega siendo compasivo y consciente de que no eres más que una parte de un todo y reconociéndote en cada persona, planta o lugar. Se llega descubriendo el silencio del desierto, o el agotamiento físico poniéndote a prueba. Se llega cuando alguien te pregunta y sabe que esos momentos son bellos y la única emoción que puedes sentir es la libertad. Cuando el viento trae palabras que no encuentras en la publicidad o en el marketing, cuando lloras por que sabes que nunca volverás a ese lugar, o que si vuelves, nunca volverá a ser lo mismo. Se llega pensando en que hoy quizá no, porque has estado en el trabajo. Pero pensando que quizá mañana encuentres una nueva pista de tierra que recorrer, o un río lejano y kilométrico del que no sabes nada y sin miedo deseas entregarte a él, a ver qué encuentras, a ver quién eres, a ver qué pasa, a ver si puedes con él. Se llega pocas veces y siempre llevando los límites un poquito más lejos. Se llega convirtiéndote en lobo dentro de un bosque o en águila sobre una pradera. Se llega solo, pero a veces es posible estar en ese mismo lugar y en ese mismo momento con otra persona.

Se llega sin miedo.

Pablo

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