Chloé.

Chloé, mi fondo pintado a mano y los árboles. Madrid, 2018

Prácticamente ha pasado un año desde que hice esta fotografía. Recuerdo comentarle a una buena amiga en un momento crucial de mi carrera, y después de ver un libro de retratos de Richard Avedon, que quería darle un giro a mi vida y dedicarme por entero a la fotografía de retrato, que éso le daria sentido a mi vida. El libro resumía en imágenes la vida profesional de uno de los fotógrafos más célebres del siglo XX, en unas 50 imágenes se podía observar la trayectoria artística de Avedon, dando la impresión de que llevaba una vida plena llena de momentos estelares y emoción. Pero cuánto tiempo transcurre entre sesion y sesion? Qué pasa durante ese tiempo de no-trabajo, de no-emoción?

Hay momentos vitales, experiencias personales, cuyo recuerdo a veces se materializa en una imagen. Cuántos momentos maravillosos somos capaces de acumular? Esta foto me recuerda unos días maravillosos que pasé con mi amiga Chloé, y es además una foto preciosa. Me gustaría tener cientos, miles de fotografías así, recuerdos de momentos vitales únicos y experiencias altamente emocionales.  No quiero que haya mucho tiempo de no-trabajo, de no-emoción. Quiero vivir en un cambio constante lleno de emociones y nuevas experiencias y es por eso que me quiero dedicar al retrato, al fin y al cabo cada persona que conocemos es una nueva experiencia, no? Y quiero hacerlo a través de mi cámara, profundizando en mi carrera y desarrollándome como artista y como persona. Empezaré por imprimir esta foto bien grande y enfocar en la próxima sesión, que espero sea muy pronto, quizá la semana que viene.

Previous
Previous

Aire.

Next
Next

Memoria genética